Blogia
- MEMORANDO -

La nostalgia que vuelve

La nostalgia que vuelve Anteayer Telecinco estrenó una serie llamada Los 80. Como su nombre indica, el desarrollo de la misma se produce en la década de 1980. Concretamente a partir del día 22 de febrero de 1980, o sea un día antes del tristemente famoso Golpe de Estado protagonizado por un teniente coronel de la Guardia Civil. A parte de algunos detalles técnicos desastrosos- TVE no retransmitía en directo la votación de investidura de Calvo Sotelo- la serie no está mal. El ambiente parece creíble, los personajes son los que se pueden esperar en una teleserie, es decir personajes cuarentones protagonistas, adolescentes con sus problemas amorosos, y niños que siempre tiene que haberlos. Pero puesto que sólo se ha emitido un capítulo, aun es pronto para juzgar la efectividad de la serie y su adecuación o no a lo que fue esa década.
Pero a lo que iba el título de este comentario es a lo supervalorada que está la nostalgia. Varias series de TV nos están contando como vivíamos antes. Nos lo cuentan a los que lo vivimos, y a los que no lo hicieron, en un patético intento de rememorar la máxima “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Tenemos “Aquellos maravillosos años” que nos retrotrae a la guerra de Vietnam que era en si maravillosa. Sí por las narices. Tambien en TVE nos bombardean con Cuéntame como pasó, con una visión muy sesgada de lo que fueron los 60-70. Esta series reflejan falsamente lo que fue, porque las cosas no fueron tal y como las pintan. Y probablemente ni siquiera lo hagan con idea de falsear la verdad, seguramente se hacen porque los recuerdos están falseados.
La memoria se comporta de una manera curiosa. Recordamos lo que nos gustaría que hubiera sucedido peor no lo que sucedió en realidad. Stanislav Lem, en su excepcional novela Solaris, desarrolló magníficamente esta idea. Su personaje recuerda a su mujer tal y como le hubiera gustado que fuera, no tal como era. Eso, al materializarse en la realidad produce una esquizofrenia en el simulacro que sabe que no es lo que debería ser.
Las series de este estilo hacen lo mismo. No es cuestión de detalles como el que observé la principio, es cuestión de reinterpretar malamente la realidad. No reconstruimos fielmente lo que paso, le damos un barniz, y a veces una recubrimiento completo, para reasaltar lo agradable y obviar lo desagradable. Y eso lo hacemos continuamente.
Los que rondan los cuarenta, y mas allá, contamos una serie de batallitas, que no es que no fueran verdad, es que están sesgadas. ¿Quién no corrió delante de los grises, en el caso de que fueras rojo, claro? Yo lo hice, pero desde luego a doscientos metros de distancia con lo que el “peligro” era relativo. Hablamos de nuestras aventuras amorosa que recordamos con gran alegría. Puede que fueran ciertas, pero evidentemente no tanto como presumimos.
Por eso este tipo de series tiene un peligro muy claro: creernos que fuimos los protagonistas de unos sucesos que en realidad estuvieron muy alejados de lo que fueron. La nostalgia, en estos casos, no cumple una función evocadora. Esta falsa nostalgia hace que nos sumerjamos en un ensueño artificial que nos aleja de la realidad para introducirnos en una máquina del tiempo que nos muestra sólo lo que queremos. Pro eso deberíamos tomarnos este tipo de cosas, no como una añoranza de tiempos pasados, sino como un acicate para ver lo limitados que éramos. Hay que tirar hacia el futuro y no mirar al pasado aunque, parafraseando a Rodolfo Martínez, este pasado te devuelva la mirada.
© Alfonso Merelo 2004

0 comentarios