Blogia
- MEMORANDO -

Mi 23 F

Mi 23 F

Como todos saben, hace 25 años el sr. Tejero y sus mariachis decidieron hacer su carnaval particular y se arrojaron en protagonistas de la jornada pasando por encima de toda legalidad y secuestrando a los representantes de la nación.
Lo que ocurrió después, por suerte para casi todos, es público y notorio. Los golpistas fueron encerrados y continuamos con esta democracia que tenemos.
A mi me resulta un ejercicio muy interesante el recordar qué es lo estaba haciendo en determinadas fechas históricas. Guardo recuerdo de la muerte del Papa Juan XXIII, del asesinato de Kennedy, del primer alunizaje o de la caída del muro de Berlín. El 23 F no podría ser una excepción que, además, resulto muy peculiar por el entorno en que se produjo.
La fecha era el día 23 de febrero, que en Cádiz coincide, casi siempre, con Carnavales o con las actuaciones de las agrupaciones en el Gran Teatro Falla. Ese día era precisamente de actuación. Y, casualidades de la vida, el que suscribe tenía que actuar esa noche con un coro denominado Los locos del volante.
A eso de las seis de la tarde, horita aproximada del evento, en mi casa estaban preparando mi disfraz para actuar, planchando el guardapolvo, mientras que yo reponía cuerdas y afinaba mi bandurria. La actuación era nocturna, pero habíamos quedado sobre las 8 de la noche para afinar y ensayar previamente.
Yo fui el que dio la noticia en casa. La SER, que yo escuchaba habitualmente, comienza a emitir música clásica cuando hacía un momento estaban retransmitiendo en directo desde el Congreso de los Diputados la votación de investidura del Presidente Calvo Sotelo. Me acerqué a encender el televisor y allí no había nada fuera de lo habitual. Varias llamadas telefónicas, una de ellas de un tío mío –militar retirado- que buscaba a su hijo –mi primo- para que se presentara inmediatamente en la comandancia militar ya que estaba haciendo la mili y de permiso en Cádiz en la fecha. Ni que decir tiene que mi primo pasaba de presentarse, entre otras cosas porque dirigía un coro de Carnaval, el mismo en el que yo estaba y que actuaba en el Falla esa noche.
Así que sobre las 8 de la tarde, una vez puesto el tipo-tipo-, y con la bandurria recién afinada, salgo de casa, y , en la esquina, me reúno con otro componente del coro, guitarra él. Ya los dos nos dirigimos hacia su coche para reunirnos con el resto del personal. Cuando íbamos tan tranquilos por la calle, nos para un señor con lágrimas en los ojos que nos dice: “¿vais a cantar ésta noche?”. Contestamos que sí, a lo que responde: “por favor, cantad algo que salgo para Valencia a llevar a mi hijo que está de marinero allí, y se ha liado. Lo mismo no lo vuelvo a ver”. Miramos hacia el coche y, efectivamente, había un chaval de nuestra edad, unos 20 años, vestido de marinero y con una cara pálida que denotaba su canguelo. Ante esta petición, no pudimos negarnos e improvisamos a duo el Gaditana –tanguillo emblemático de los carnavales- mas triste que he tocado y cantado nunca. El caballero nos abrazó, nos dio las gracias y se marchó. Después de esto, imaginen ustedes como se le queda el cuerpo.
El coro cantaba sobre las 11 de la noche y habíamos previsto hacer un pasacalle sobre las 9 de la noche. El pasacalle consistía en ir montados en un par de coches de época que nos habían prestado, precedidos por una grúa del RACE con su luz avisadora encendida. Mal día el elegido, ya que la gente que sólo veía las luces al principio creían que era o la policía o , peor, el ejército que estaba tomando Cádiz. Así que imagínense la sarta de lindezas que soltaban cuando se desvelaba la verdad: un coro haciendo el pasacalles. Con dos cojones, sí señor.
La actuación fue de vértigo. Desde los tramoyistas hasta el público, todos con un transistor pegado a la oreja. Es decir, escuchar a la agrupación mas bien poquito. Para mas abundamiento en las coincidencias ese día cantamos un cuplé dedicado a la dimisión del presidente Suárez. Efectivamente tuvimos todas las papeletas de al oportunidad. El cuplé decía:

Llegando febrero fue
cuando Suarez dimitió.
Y poco tiempo después
todo el mundo se enteró.
Mas de una agrupación se hizo la puñeta.
Tanguillos y cuplés hubo de cambiar.
Ay que barbaridad de tanto corregir
No se pudo esperar un poquito,
tuvo malage hasta “pa” dimitir”

Pues eso cantado el 23 de febrero de 1981 en el Falla, queda para los anales de la bufa y mofa carnavalesca gaditana. Fue casualidad, pero vaya casualidad.
Después del discurso del Rey, que seguimos en una pequeña televisión portátil que tenían los tramoyistas del Falla, todo el mundo a casita a escuchar las diversas emisoras de radio, con José María García a la cabeza.
Lo del día siguiente es otra historia de la que se conoce el desenlace.
Ese fue mi 23 F particular
¿Y el de ustedes?

© Alfonso Merelo 2006

4 comentarios

Blas de Lezo -

¿Falta mucho para el próximo 23-F? Se retrasa demasiado.
Blas de Lezo

RSMCoca -

Yo estaba en mi habitación de la residencia de estudiantes, precisamente estudiando para un examen de Química Física, y tenía la radio puesta con música, y alguien empezó a gritar por el pasilo de que pasaba algo en el Congreso, así que cambié la emisora y me enteré de todo lo que estaba pasando. Fueron unos momentos de angustia, empezaron a emitirse marchas militares, la TV no decía nada... pero despues casi todas las radios volvieron a emitir normalmente. Comenté entonces con algún compañero que era señal de que el golpe no triunfaría, pero hasta que habló el Rey todos estuvimos pendientes de que estaba pasando. Despues, todos tranquilo y a dormir, para al día siguiente, sin ir a clase, claro, empezamos a ver como los guardias civiles iban descolgandose por las ventanas y todo finalmente terminaba...
Para mí, lo mas curioso fué ver la reacción de muchos de mis compañeros de colegio. Mientras que muchos hablaban de echarse al monte o esconderse, otros sonreían, diciendo que ya era hora. Pero no hubo ningun, repito, ningun encontronazo entre ellos...
En fin, que tarde la de aquel día...

AMS -

Lo de acaparar es que es contagioso. Cuando la 1ª guerra del golfo, tambien en Carnavales, que hay que joerse, el menda se fue a hacer la compra del mes a un Hiper. Pues no había casi de nada. La gente había comprado de todo y en cantidades desmesuradas. Ni velas qeudaban, de las de cumpleaños. Es que hay que ver lo que es el miedo.
Yo debería haber idp a la facultad al día siguiente, pero entre el coro, el golpe y la noche de Tejero, como que no era plan.

Juanma -

Yo era muy pequeñito, tenía diez años. Mi madre llegó congestionada a casa: «¡Han matado a Landelino!». Se refería a Landelino Lavilla, el presidente del Congreso, a quien Tejero había encañonado al entrar en el hemiciclo. Acto seguido, se bajó al mercado a acaparar patatas. (No me preguntéis por qué, pero lo que compró fueron patatas.)

Mis hermanos se pasaron la noche curioseando en la puerta del Congreso y yo, como era pequeñito, pues a ver la tele, la peli de Danny Kaye que echaron, una de piratas, el discurso del Rey. Me acosté tardísimo.

Al día siguiente fui al colegio. Éramos muy poquitos, como la tercera parte de la clase, y el profe intentó contarnos un poco de qué había ido la cosa.

Entre la reacción de mi madre y que en casa éramos muy de izquierdas, la verdad es que hubo bastante tensión, pero contenida. Creo que fue la primera vez que fui consciente de que estaba ocurriendo algo histórico. (Cuando murió Franco era muy pequeñito, aunque me acuerdo.)