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- MEMORANDO -

416. Juan Carlos I: El Rojo

 

 

Pues si, parece que el Rey de España es rojo. Pero rojo, rojo de esos que cortaban los cuellos de la nobleza empezando por la casa real reinante , y tomando como ejemplo al Zar Ruso a principios del siglo XX. Aunque supongo que en este último caso hará una excepción y, al menos, respetará a su propia familia. Seguro que empieza por la duquesa de Alba o por Marichalar que para eso ha abandonado a la familia.

Juan Carlos I es, para la derecha cavernícola española representada por el, cómo definir a este tipo, “locutor” Jiménez Losantos, un rojo a la altura de Zapatero o Gallardón, y así lo declaró en uno de sus últimos programas de la emisora en la que trabaja.

Además de ser una estupidez solemne, es una imposibilidad metafísica que un rey, cualquiera, pueda ser socialista. Por definición es imposible y, además, no puede ser. Este gritador profesional e insultador aficionado planea bien sus palabras siempre para desautorizar y desacreditar a los que son sus enemigos. Es incomprensible que se permita vomitar semejantes majaderías en una emisora que debería fomentar la concordia ciudadana, pero que hace exactamente lo contrario a lo que le dicta su doctrina y sus principios.

Es curioso que los ataques a la corona provengan de la derecha mas recalcitrante que, en principio debería ser aliada de la monarquía. La izquierda, pese a su republicanismo, ha dejado hacer y ha convivido con la institución sin mayores problemas. Sin embargo al otro espectro político parece no gustarle demasiado una monarquía que mantiene una estricta neutralidad con todas las formaciones políticas del arco parlamentario. Es esa derecha la que opina sobre la validez del Rey como representante del Estado Español, cuestionando a Juan Carlos I seguramente porque no hizo lo que ellos querían que hubiera hecho: mantener la dictadura durante muchos años mas. Es eso lo que no le perdonan y por tanto todo es cuestionado intentando buscar cualquier resquicio para insultar, separar y malmeter. Hay que recordar que la derecha española, que nunca protestó porque Alfonso XIII apoyara la dictadura de Primo de Rivera –que lamentablemente llevó a la Guerra Civil- sólo se comporta bien cuando ellos ganan. Cuando pierden se limitan a insultar y a conspirar de manera torticera contra todos.

Mediaticamente hay un gran graznador que es el anteriormente nombrado J. Losantos, seguido muy de cerca por Carlos Herrera, otro insultador profesional al que le gusta menospreciar y reírse de todos los que puede, ayudado por sus colaboradores.  Es un estilo que nunca me ha gustado. Se puede ser sarcástico y crítico pero nunca reirse directamente del rival. Cuando no nos gusta algo debemos dar argumentos en contra, pero no es de buen estilo,  menos de periodistas, sólo decir que algo es una tontería. ¿Es una tontería porque tu eres mas listo? Pues explíquelos para que todos sepamos lo listo e inteligente que es. Particularmente desagradable es el economista de guardia de Onda cero,Carlos Rodríguez  Braun, que debe ser infalible. No entiendo cómo ha venido a España a dar clases, si en su país de origen, Argentina, lo debió de hacer muy bien y ahora su economía es maravillosa y fantástica indudablemente debido a sus recetas económicas.

Rey rojo y líder de la derecha dice que el desfile de la victoria,… de las fuerzas armadas quiero decir, es un coñazo.

Esto es otro de los signos del Apocalipsis.

Están advertidos, que conste.

(c) Alfonso Merelo 2008

 

 

2 comentarios

Manuel Nicolás -

Yo solo digo lo siguiente:

Primero. Principio de acción / reacción. Por cada iluminado Losantos soltando diatribas hay un Sopena encolerizado lanzando soflamas. Por cada graciosete Herrera contando chistes de la monarquía hay un Wyoming descolocado y más ingenioso cuando la derecha está en el poder. Por cada innombrable Miguel Angel Rodríguez hay una igualmente innombrable Mª Antonia Iglesias. A la gente le gustará más uno que otro. La cuestión es: ¿QUÉ PASA CON LOS QUE A NO NOS GUSTA NINGUNO?. Me siento huérfano de contertulios políticos.
Por cierto, detecto en los más favorablemente rojos, bastante más disciplina que a los favorablemente fachas. Estos últimos no se ponen nunca de acuerdo y se destrozan entre sí tanto como intentan destrozar al contrario. Mientras esto sea así y si uno es de izquierdas, no sé por qué tiene que estar preocupado.

Segundo. Principio de hartura política. Los políticos contemporáneos actuales se han convertido en los nobles feudales de la baja edad media. En cuanto hay un poco (o un mucho) de poder que ostentar, los depredadores, los carroñeros y los cazadores-recolectores se abalanzan sobre la tarta, aunque esta sea de mierda. La única ventaja es que se pueden echar cada cuatro años por votación popular o cada defenestración del congreso del partido por votación de los militantes. ¿Y que pasa cuando uno ya no se identifica con esta corriente? ¿Me volveré fascista-leninista?.

Tercero. Principio del agotamiento monárquico. He descubierto, hace relativamente poco, que ya no soy monárquico. Mis ilusiones Juan Carlistas han desaparecido con las pretensiones de su prole. Lo siento. Agradezco de veras lo que hizo el Borbón y Borbón durante la transición y postrimerías, pero no se ha planificado bien su sucesión, más allá de lo que recoge la constitución ( y ni eso). A lo que se dedican para ganarse la vida las infantas, los consortes de las infantas, el príncipe y la consorte del príncipe, a sí mismo como a lo que se van a dedicar los hijos de los anteriores mencionados, me parece, cuanto menos, tener una cara como un piano. ¿Me estaré volviendo republicano?.

Nicolaso Panfletarium Dixit.

Mario Moreno Cortina -

Hace poco, un amigo me dijo que lo que más le echaba en cara al rey era que no había hecho nada "para frenar a los socialistas". Yo le comenté que, aún en el caso de que compartiera su visión de que "los socialistas deben ser frenados" poco puede hacer el rey, que no tiene poder alguno. Me respondió que yo estaba equivocado y que Juan Carlos "podría haber hecho muchas cosas que no había hecho" para frenar a los socialistas, pero no quiso especificarme más.

Luego recordé lo que podría haber hecho y que la derecha le ha reprochado siempre (a él y a Adolfo Suárez): no continuar con los planes que había para él después de 1975.

A algunos, y hablo de una minoría, no de toda la derecha, les jode que, después de haber ganado una guerra, no puedan pasearse como vencedores y que el bando perdedor no tenga ninguna gana de amoldarse a su papel de bando perdedor.

Por suerte, la mayoría de la sociedad española pasa de ellos como de Enrique y Ana. En cuanto esos cincuentones que eran maoistas en 1975 y ahora son neoliberales, y que hacen gustosos de voceros de la Carcundia Irredenta se jubilen, en España se va a respirar mucho mejor.

Saludetes.