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- MEMORANDO -

542. Jolideis

Deberíamos dejar atrás todo lo cotidiano de vez en cuando por lo de alienación que supone el estar continuamente lidiando con los mismos problemas y las mismas caras en trabajos y vidas cotidianas.

Por eso las vacaciones, dicen, que son un recargar las pilas para volver a hacer lo mismo que estabas haciendo cuando dejaste de hacerlo, y no se si se me entiende.

El caso es que media España hoy se marcha fuera de su lugar de residencia habitual con un destino playero en su inmensa mayoría.

Los que vivimos en la costa, afortunadamente, no tenemos ese afán de ver el mar, ni la necesidad de volver siquiera por 15 días al liquido amniótico primordial. Entiendo que los habitantes no costeros dediquen esos escaso días de vacaciones a mojarse en las playas españolas o no. Yo nunca lo haría y de hecho jamás lo he hecho pues nunca he pasado unas vacaciones en sitios costeros, y menos para ir a tostarme vuelta y vuelta, con lo malo para el cáncer que es eso.

Porque la playa es muy incómoda.

Es rematadamente incómoda.

En primer lugar está llena de arena, si no de piedras horribles o rocas asesinas.

También está llena de gente con barriga prominente, como la mía, que son un atentado a la estética.

Los locales, en los que en invierno te atienden bien, son infectos y con camareros que ni siquiera saben lo que es la amabilidad.

Además, con las estúpidas órdenes de “Costa” y de los yauntamientos, cada vez cierran los locales mas temprano. ¿Marcha? ¿Donde, si a las 2 de la mañana has de irte a dormir porque está todo cerrado? El puritanismo horario ha hecho mella en nuestros políticos municipales. Eso es incentivar el turismo, del que vivimos por cierto, y lo demás son cuentas.

Pero además están los atascos, las diarreas, la masificación, los productos de tercera categoría, las colas hasta para comprar helados, las gambas minúsculas, los langostinos mal cocidos, las tortillas congeladas, las sardinas quemadas y las sangrías “don simón”. Vamos un panorama playero de lo mas interesante. Y eso dicen que es descansar. ¡Ja! Descansar no puede ser esperar colas para todo y comerte un bocadillo de salchichón requemado y amojamado. No puede ser descansar el no encontrar un mísero metro cuadrado en una playa para poner la sombrilla. Descansar no es ir a todos los sitios corriendo, con la lengua fuera de la boca e intentando hacer el Tarzán en el aqua park de turno.

 

Y este año, como siempre, como una plaga cíclica los auténticos palurdos, ceporros e hijos de puta etarras atacan de nuevo para amargar la vida de mucha gente que sufre sus exhibiciones de valientes gudaris vascos, los soldados vascos mas cobardes de la historia. Otra vez han matado. Eso es lo que les pone. Son puramente sádicos de la mas baja estofa.

 

Eso es lo que nos espera todos los veranos. Que asco. Que vomitivo. Que repugnante.

 

Pero no nos deben de amilanar estos subproductos nacionalistas, así que espero que los lectores se lo pasen lo mejor posible estos dias. Por mi parte intentaré hacer lo propio.

 

Si las cosas son propicias haré algunas crónicas fotográficas y viajeras.

 

Que disfruten. Y a los cabrones vascos, los de eta claro está, que les den donde mas les duela.

 

© Alfonso Merelo 2009

 

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