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- MEMORANDO -

R.5 Pensionista 2055

 

Cartas al Gerente del “Digital Today Forever and Ever”:

Estimado sr. Gerente: Le envío esta carta para su publicación en su prestigioso Horario:

Me llamo Javier Vaquero Jordano, tengo ya 93 años y sinceramente estoy cansado, muy cansado, de vivir. Si puedo escribir es gracias al chisme ese que traslada mis palabras al ordenador cuántico que rengo en la muñeca - ¿para qué coño querré yo un ordenador cuántico, que vale un dineral y que casi ni uso?, pero como el mercado te obliga a comprar cosas absurdas por ley pues eso es lo que hay-.

Soy pensionista. Cobro una pensión del Estado, lo que queda de él, y, como fui uno de esos previsores, completo mis ingresos estatales con las rentas de un pequeño fondo de pensiones que el banco se encarga de darme, después de quedarse con el 38% por gastos de gestión. La verdad es que no  me puedo quejar. Otros están mucho peor sin ningún recurso para alimentarse o vivir y pidiendo por las calles, o robando si están todavía en buena forma física. Yo, como tengo las piernas, no podría ni dar tres pasos rápidos para escapara, así que doy gracias al gobierno porque me da algo de dinero para ir subsistiendo. Y, además, tengo mi cuarto propio con televisión y todo, 780 canales de TDS que vienen directamente del satélite y que no me da tiempo a hacer zapping por todos porque con las artrosis, cuando llego al 200 ya no puedo mas. No tengo mucha idea de qué  canales tendré a partir del 500. Aún no he podido pasar a verlos, pero mis hijos dicen que el porno duro está a partir del 600. Con mis dedos no puedo marcar directamente los botones y pasarlos uno a uno es imposible. Me da vergüenza pedirle a uno de mis hijos o nietos que me pongan uno de esos canales picantes, aunque ya no se siquiera si podré disfrutar siquiera con su visión.

Pero, estoy divagando mucho. Yo quería contar al que le interese, ya que esto lo voy a colgar en InterNext, lo mala que está la cosa y lo mal que lo estamos pasando, y eso que, ya digo, me considero un privilegiado.

Soy viudo, mi mujer murió hace ya 4 años, y vivo con mis dos hijos, sus parejas y mis 3 nietos. Como ya dije tengo un cuarto, pequeño, para mi sólo y el resto de nuestra casa, la compramos mi esposa y yo en 2005, la comparto con mi familia. La casa está viejita, pero con algunas pinturas y chapuzas de vez en cuando, es una vivienda medianamente confortable. El barrio no es de los peores. Apenas tenemos bandas por aquí. Sólo hay tres, de chinos, moros y cubanos, y se llevan bastante bien y hasta comparten negocios. Mis hijos no trabajan, como es natural, y eso que han tenido la suerte de hacerlo durante varios años, casi 15 cada uno de ellos. Su madre y yo nos esforzamos mucho para que estudiaran. Cada uno tiene dos grados y tres másteres, y claro eso siempre funciona en el mercado de trabajo. A los 40 encontraron su primer trabajo y lo mantuvieron hasta los 57 o 58  más o menos cuando ya eran viejos para trabajar y los jóvenes de 35 a 40 empujaban de lo lindo. Desde entonces todos vivimos de mi pensión, aunque antes de morir mi esposa vivíamos un poco mejor con su pensión unida a la mía. Una de mis nietas es ahora acompañante, lo que en mis tiempos llamábamos putas, y aporta algo de dinero de vez en cuando, así como mi nieto mayor que es un manitas robando carteras. El dice que está chapado a la antigua. Que él nunca hace daño a nadie y que eso de usar pistolas o cuchillos es de ser poco profesional. La verdad es que los vigilantes de seguridad, cuando lo trincan, lo tratan con una deferencia que no tienen con otros. Incluso me han llegado a decir “Don Javier, da gusto tratar con su nieto. Ni rechista con los golpes ni protesta. Es todo un señor. No tenga temor que nosotros sabemos como tratarlo bien. No lo mandamos nunca al hospital como a otros que se creen muy listos. Es lo que tiene portarse bien, que a nosotros nos compensa y él se beneficia. Debe usted de sentirse muy orgulloso”. La verdad es que si que estoy orgulloso de que haga su trabajo noblemente. Siempre hemos sido muy cumplidores de la ley.   Esa es mi familia y estoy muy orgullosa de ellos.

Pero tengo un problema muy grave que no admite ya aplazamiento por mucho tiempo. Como ya decía al principio, estoy ya muy cansado y cascado y me gustaría ya morirme cuanto antes y descansar. Pero si lo hago ¿quién mantendrá a mi familia? ¿De qué van a vivir si yo muero? Tengo un seguro de vida, pero sólo les servirá para unos pocos meses. Así que nos gastamos mucho dinero en medicinas para mí y en tratamientos que retrasen lo inevitable el mayor tiempo posible. Estamos entre la espada y la pared: si dejo de medicarme me muero, pero gastamos mucho en medicinas por lo que vivimos peor. Y eso que cobro la pensión máxima porque me jubilé con 85 años. Fui uno de los últimos privilegiados que pude jubilarme a esa edad. Mi condición de funcionario, uno de los últimos que quedábamos, me permitió seguir trabajando todo ese tiempo, con rebajas del sueldo casi todos los años, pero, eso sí, con la garantía de un empleo fijo. Y creo que soy de los pocos que quedan vivos que cobran una pensión de jubilación. Los ha habido que han muerto en su puesto de trabajo, al pie del cañón atendiendo al público. Yo tuve suerte y conseguí que no me diera un infarto en la agencia estatal  donde trabajaba. Ahora ya no quedamos de esos y no va a haber nunca más funcionarios. Todo está privatizado. Todo es de las empresas y de los bancos. Hasta lo que llamábamos antes gobierno es ahora un consejo de administración de la empres “España, País S.A”, perteneciente al grupo “China, desarrollos mundiales”.

Por eso, y pese a que tengo ganas de descansar del todo, no me atrevo ni a suicidarme ni a dejar de medicarme y así morirme rápido. Si lo hago ¿Quién cuidará de los míos? ¿Quién contraría a mis hijos con más de 60 años de edad? Si los cabrones de las aseguradores no hubieran declarado ilegal el hibernarse y seguir cobrando la pensión, yo ya lo habría hecho hace años. Pero no pudo ser. Malditas ratas capitalistas. Desde que en 2011 se recortaron los derechos de los trabajadores de manera brutal –y creo recordar que era un gobierno socialista el que lo hizo, valiente paradoja, la cosa no hizo más que empeorar para todos, menos para los ricos que fueron mucho más ricos desde ese momento. Así nos vemos ahora. Tal vez, en aquella época, debimos rebelarnos y salir a la calle a reventar el país. Pero los españoles siempre fuimos muy de protesta en el bar y poco cuando se necesitaba unidad. Pero ahora es tarde. Ya no tenemos ni fuerzas ni posibilidades para cambiar las cosas. Aunque a mí, Sr. Gerente, me importa bien poco porque estoy casi, casi, en el otro lado. Sólo lo siento por mis chicos que son jóvenes y sin futuro.

Le agradezco enormemente que publique esto y le quedo muy reconocido por ello. Gritaría ¡A las barricadas!, pero ni tengo voz ni dinero para comprar una.

© Alfonso Merelo 2011

2 comentarios

Anónimo -

Joputas, cof, cof

Manuel Nicolás -

Estimado señor jubileta:
Desde este diario neural le agradecemos su entrañable misiva. Lo cierto es que todos los becarios que la hemos leído (127) hemos llorado de emoción. De emoción por haber encontrado al único pensionista vivo que queda en nuestro estado-empresa.
Creíamos que era un mito inventado por la quinta columna del estado de bienestar.
Pero despúes de la emoción nos hemos visto obligados, por nuestro implante cuántico, a denunciarle a la Policía Aguirre, S.A.L.
En breve recibirá la amable visita de los oficiales, que le invitarán a acompañarles a las celdas de interrogatorios y/o a lanzarse por la ventana de su piso, para ahorrar papeleo. Servir y proteger al ciudadano, que dice su slogan.
Pero antes de que los Aguirres llamen a su puerta, es el momento de comprar nuestra suscripción anual al noticiero neural imparcial. Toda su familia le agradecerá la ampliación de su TDT a 1238 canales, repletos de entretenimiento y diversión. Y por ser usted, por solo 2754 euros.
Que tenga un buen día.