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- MEMORANDO -

578. Avatar: el principio del fin de los actores.

 

 

Si señores: Avatar es una película que va a suponer el principio del fin de los actores tal y como los conocemos.

He ido a verla con una reserva absoluta sobre todo por la posibilidad de que la traslación a al pantalla de los personajes extraterrestres resultar una filfa. Es evidente que mis temores eran totalmente infundados ya que técnicamente la resolución de estos personajes se salda con un sobresaliente.

La historia es tan sencilla como ya todos los foros y críticos se han encargado de reseñar. La mezcla entre  Dune, Bailando con lobos, Pocahontas y El retorno del Jedi es tan obvia, que mas que plagio resulta ser homenaje a las películas de aventuras. Se puede discutir que el guión es flojo, que lo es, que la música chill-out es un coñazo, que lo es también, y que las interpretaciones son bastante flojas. Tambien podemos convenir en que las ceremonias “indias” de buen rollito y las conexiones tipo Gaia son muy pastelosas, como lo eran las que describía Asimov en la continuación de la trilogía de las Fundaciones. Todo eso se puede poner en entredicho, pero lo que no se puede negar es que la película es un grandioso espectáculo visual, que es suficientemente atractiva en su desarrollo y que supone un interesante producto de acabado casi redondo.

De todo, lo que mas me ha impresionado es la versatilidad y apariencia real y creíble que se ha conseguido en la creación de los nativos de Pandora, los Na´vi. Si en la creación del Dr. Manhtan, otro pitufo superdesarrollado, se podía observar ciertas imperfecciones, éstas han sido casi eliminadas de los personajes de Avatar. Las “actuaciones” de los Na´vi son muy creíbles; sus expresiones, su movimientos y los pequeños detalles les proporcionan una destacada estabilidad como personajes. Es algo que no podía casi creer cunado estaba viendo algunas de las escenas. Defectos también existen y los movimientos de grandes masas, los exoesqueletos soldados, o bien cuando “corren” se notan demasiado artificiales.

Pero, a lo que me vengo a referir es a que la evolución de esa técnica que mezcla los sensores biométricos de actores con los CGI ha dado un salto cualitativo de muchos enteros, de manera que ya es casi imposible creer que los que estás viendo son unos “muñecos” generados por ordenador. La verosimilitud en la actuación esta prácticamente ultimada, al menos en lo que a personajes “extraños” se trata; el avatar de Weaver es particularmente realista en este aspecto. Dentro de pocos años, muy pocos, veremos personajes “reales”, humanos, detectives, bomberos o policías generados por este sistema, con actores desconocidos interpretándolos para capturar sus movimientos. Y en otros pocos mas se prescindirá del actor modelo y se pasará directamente a los sistemas generados por ordenador íntegramente. Ni decorados, ni exteriores ni actores. Eso es lo que nos depara el futuro próximo.

Avatar ha puesto la primera piedra. Veremos quien pone la segunda.

© Alfonso Merelo 2010

 

3 comentarios

José Ángel -

La afirmación que defiendes acerca de "Avatar" fue una de las máximas que se lanzaron cuando empezó de verdad el cine de animación digital (en los tiempos de "Toy story" y "Final fantasy"). La verdad es que en los últimos años los avances han sido casi insignificantes para el espectador, aunque sé lo difícil que es que las cosas (el pelaje, las olas, el viento, los movimientos de la naturaleza y de los organismos, etc) parezcan reales. Tal vez por fin hayamos alcanzado otro hito en el cine de este tipo. Ya era hora.

A ver si voy a verla.

Manuel Nicolás -

Esta es la típica reflexión sobre el futuro que me incomoda opinar. Estimo que la profesión de actor es muy importante para el cine (y para las series de TV y para el teatro).
Si se cambia al actor humano por el actor pixelado me pongo de los nervios.
Aunque a la vista de la interpretación de algunos actores actuales, como que practicamente ni se va a notar.
Así que no sé, no sé.
Me siento como el doctor Baltar soltándole el speech religioso a un centurión Cylon.

Miguel Marin -

Totalmente de acuerdo.