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10. Ninguneadores y ninguneados

10. Ninguneadores y ninguneados

Hace unos días se “celebró”, si es que esto se pude celebrar, el día contra la violencia doméstica. En esta sociedad desquiciada en la que vivimos la violencia esta a flor de piel en todos. ¿Quién no se enfadada en un atasco o un adelantamiento indebido? ¿No se increpa al árbitro por que nuestro equipo pierde? En televisión todo el mundo grita, se insulta y airean los trapos sucios de unos y otros.
Estos pequeños ejemplos nos dan muestra del grado de violencia y neurosis que estamos ejercitando todos contra todos.
Hoy quiero hablar de un tipo de violencia sutil que se da mas frecuentemente de lo que pensamos u observamos. Esta violencia es casi lo que denominan los psicólogos violencia moral o psicológica y yo he venido a llamar ninguneo.
El ninguneo no es mas que la actitud de ciertas personas hacia todas las demas, al criticar lo mal que se hacen las cosas.
El buen ninguneador no es capaz de realizar las cosas que él critica, pero las combate ferozmente. Es mas, no es imprescindible que la persona haya realizado mal su tarea, simplemente basta con que la tarea esté en desacuerdo con el standard definido por el ninguneador.
Este ninguneo se puede dar en cualquier actividad cotidiana, cocina, limpieza, conducción y así hasta todas las actividades que se nos ocurran. La actividad ninguneadora suele exacerbarse en ámbitos reducidos de convivencia. Por supuesto la familia es uno de ellos y aquí suelen ser ninguneados la pareja, los hijos y los hermanos entre sí.
Pongamos un ejemplo práctico que arte el sutil arte del ninguneador: Supongamos un padre de familia que nunca ha cocinado o siquiera sabe hacerlo. Llega una tortilla de patatas a la mesa y comenta.
- Está bien, pero a mi me gusta mas con la patata menos frita y que el huevo quede caldoso entre las patatas. Pero está bien, no te preocupes.
La siguiente tortilla está ya hecha siguiendo las indicaciones del padre de familia que comenta
- Está bien, pero a mi me gusta mas con la patata un poquito mas frita y que el huevo no esté tan caldoso.
Estos comentarios demuestran que el cocinero jamás podrá hacer una trotilla a gusto del ninguneador.
Si esto fuera todo, no habría ningún problema porque a fin de cuentas es sólo una tortilla y se puede optar por no hacerla o mandar a freir espárragos al esquisito gourmet come-tortillas. El problema puede venir cuando nunca se está de acuerdo con lo que hace el otro y, siguiendo con la cocina, quejarse continuamente de que al guiso le falta sal o le sobra, que la carne está poco hecha o mucho, que las croquetas está muy espesas o muy claras o que el chorizo que le has puesto a las lentejas no es el que a mi me gusta. Esta actitud prolongada en el espacio y el tiempo puede llegar a socavar moralmente al ninguneado, que puede llegar a pensar que es un inútil total. Si además extendemos la crítica a muchos aspectos de la actividad cotidiana la persona queda hecha unos zorros.
El ninguneador no suele darse cuenta de lo que hace y le parece normal, es decir no considero que su actitud conlleve un afán de perseguir al ninguneado, sin embargo en su no intencionalidad radica su peligro. Esos acosos morales “involuntarios” minan la autoestima y producen efectos a la larga muy peligrosos, porque el ninguneado va a mirar con lupa cualquier comentario que se haga y verá, probablemente, fantasmas donde en muchos casos no los hay.
El ninguneado sufre además de un desprecio de hecho, ya que lo que hace bien no es reconocido nunca. Si retomamos el caso del cocinero/a ¿cuantas veces se le dice a un ama de casa o amo: la comida está buenísima? Ninguna, o muy pocas, mientras que si por algún motivo no está a nuestro gusto siempre expresamos la protesta.
Ninguneadores los hay en todos los ámbitos, pero creo que fundamentalmente se producen en el reducido espacio de la familia. Los miembros de las familias se ningunean unos a otros. Los hijos a los padres, los padres a los hijos, con la excusa de que es por tu bien, y las parejas entres sí o, dependiendo, uno sólo contra el otro.
En el ámbito del trabajo el ninguneo se ha venido a denominar mobbing, y se está incluso legislando sobre él para evitarlo. En este si que se da el condicionante de intencionalidad, porque el acosado es atacado con saña y reiteradamente para desprestigiarlo y conseguir su destrucción moral.
Por último recomendar que analicemos nuestros comportamientos, porque es probable que sin saberlo estemos ninguneando a alguien. Si usted es ninguneado, rebélese y no lo permita.
No a la violencia sea en la forma que sea.
© Alfonso Merelo

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