598. La historia que no fue. Nilo María Fabra.
A continuación les ofrezco -on line- un artículo publicado en 2009 en la revista de historia Ubi Sunt? nº 24.
(artículo galardonado con el Ignotus 2010 al mejor artículo publicado)
La historia que no fue; a propósito de “Cuatro siglos de buen gobierno” y la otra historia de Nilo María Fabra.
Resumen
¿Es la historia maleable? Lo que ocurrió ¿por qué sucedió así y no de otra manera diferente? Lo que en la historia son hechos, independientemente de su interpretación, en la literatura pueden ser muy diferentes. El relato "Cuatro siglos de buen gobierno" escrito por Nilo María Fabra, fue el primero que se publicó en España que hacía una lectura radicalmente de lo que no fue y pudo ser.
Todos sabemos que la historia no es maleable, pero también sabemos que ésta puede ser interpretada y que podemos tener diferentes puntos de vista y diferentes percepciones de lo ocurrido. En el estudio de la historia podemos engañarnos y engañar, cambiando u ocultando datos a nuestra conveniencia o concluyendo hechos erróneamente o, lo que resulta mucho mas peligroso, opinando sobre la historia de manera parcial y sesgada. Pero la historia es férrea, los hechos solo ocurren, u ocurrieron, de una manera que es la real. Esa realidad es inmutable; lo que se aparte de ella realidad es pura entelequia del pensamiento.
Es precisamente en el campo de la literatura, una construcción ficticia, en el que se va a incidir en este artículo.
Ya hemos afirmado que los sucesos son y serán como han sido y de ninguna otra manera, pero... ¿y si hubieran transcurrido de otro modo? ¿Y si una batalla que sabemos ganó un ejército la hubiera perdido? ¿Y si, a nivel mas personal, no hubiéramos estudiado Derecho y sí Humanidades o Filosofía, o nuestra novia o novio se hubiera casado con otro u otra? ¿Cómo habrían cambiado nuestras vidas de no haber aceptado aquel trabajo primero? No lo podremos saber nunca, pues nunca sucedió.
Lo que nos está vedado en la realidad está permitido en el terreno de la ficción literaria. Cuando esto ocurre nos acercamos a lo que se denomina ucronía, y también historia contrafactual o alo-historia.
Para tener una visión clara de lo que es una ucronía, deberemos en primer lugar definir el término.
Como palabra aparece por vez primera en 1857, en un artículo de la Revue philosophique et religieuse, embrión de la obra, que se publicó en 1876, Uchronie: L´utopie dans l´histoire[1], y escritos ambos por Charles Renouvier[2].
La Real Academia Española define el término como: «la utopía aplicada a la historia; historia reconstruida lógicamente de tal modo que habría podido ser y no ha sido».
En esta última definición se aporta un dato, a mi criterio, fundamental: “historia reconstruida lógicamente”, es decir: la historia ha de ser modificada siguiendo una lógica “científica”, que se desarrolle según la metodología de la ciencia historiográfica. Según mi opinión no puede ser considerada ucronía aquella que contenga elementos no contemporáneos o ajenos al propio devenir histórico del momento en que trascurre la acción. Cuando esos elementos ajenos forman parte del “decorado”, o de la trama, estamos ante lo que vine a denominar hace años una “ucronía falseada”[3] o, para definirla con una sola palabra, “para-ucronía”.
Son este último tipo de ucronías las que predominan en la literatura. En ellas las modificaciones históricas son consecuencia de diversos hechos externos: la magia, viajes en el tiempo, invasiones extraterrestres o sucesos inexplicables. Para el autor, es mucho mas sencillo crear un “deus ex machina” que explique como el general Lee perdió la batalla de Gettisburg, que analizar y rebuscar en la historia real para contemplar un posible punto de ruptura, el famoso “what if?” (¿y si…?)
La primera ucronía, de la que tenemos conocimiento, la escribió el historiador romano Tito Livio, que en su historia de Roma, “Ab urbe condita libri” (libro IX, 17-19), enfrenta, en un ejercicio de reafirmación del ejército romano, a Roma contra Alejandro Magno. Livio se plantea que habría ocurrido si Alejandro no hubiera muerto tan joven y hubiera ensanchado su imperio hacia el oeste y hacia Roma. La conclusión a la que llega es que habría sido derrotado por el ejército romano.
En este artículo haremos un recorrido por la que es, mientras no descubramos alguna nueva, la primera ucronía escrita en España.
Nilo María Fabra, el autor de este relato, fue un famoso periodista en su época. Nació en en Blanes, Gerona, en 1843 y murió en Madrid en 1903. Su vocación siempre estuvo encaminada hacia el periodismo, y ya a la edad de 15 años colaboraba en periódicos de Barcelona. Se trasladó a vivir a Madrid con 17 años «sin más bagaje que un tomo de versos publicado en Barcelona y un “Canto épico a la batalla de Pavía”[4], premiado en unos Juegos Florales» y en 1865 funda “El centro de corresponsales” que sería el embrión de la “Agencia de noticias Fabra” que se crearía en 1919. Esta agencia sería en 1939 una de las tres agencias de noticias que servirían para crear la agencia EFE, que perdura hasta nuestros días.
Fabra estuvo vinculado toda su vida al periodismo siendo corresponsal de guerra, cubriendo la Austro-Prusiana, llamada de las siete semanas, en 1866 y la que enfrentó a Francia con Prusia en 1870. «Diputado en 1876 y senador en 1891 por la circunscripción de Alicante, escritor de temas sociales, geográficos y políticos, dramaturgo, novelista, poeta, autor de libros de viajes, y, sobre todo, periodista, fue asiduo colaborador de La Ilustración Española y Americana.»[5]. El periodista Carlos Saiz Cidoncha opina que Fabra es «sin duda el escritor mas representativo de la primigenia ciencia ficción de nuestro país antes de comenzar el siglo XX…»[6]
Cuatro siglos de buen gobierno (novela de la Edad Moderna) se publica en 1883 en la revista “La ilustración Española y Americana”, en el número XLIV (año XXVII), páginas numeradas 311 a 314. En un formato a tres columnas, y con letra apretada, en estas cuatro páginas se narra la historia de una España muy diferente a la oficial. Fabra fantasea con la idea de una España diferente a su contemporánea. Una España indiscutiblemente mejor, que tiene un lugar preeminente en el mundo. Un Imperio que abarca, de alguna manera, las tierras que Carlos V poseía en el siglo XVI.
Para conseguir esta España alternativa, nuestro autor utiliza un punto de ruptura de la continuidad histórica, denominado punto jumbar o jombar dependiendo de los autores, que tiene lugar en 1504 cuando el infante D. Miguel, hijo de Dña. Isabel de Trastamara y de D. Manuel de Portugal es «proclamado: Rey de Castilla, por muerte de Dª Isabel la Católica; de Aragón, en 1516, al espirar D. Fernando, y de Portugal en 1521, en cuya época ocurrió el fallecimiento de D. Manuel el Grande».
A los 25 años este nuevo monarca reúne en sí las coronas de Castilla, Aragón, Portugal y Navarra, más las de Nápoles, Sicilia y la Indias Orientales y Occidentales.
En la realidad el Infante D. Miguel murió en 1500 y la sucesora de la corona de Castilla y Aragón fue Dª Juana, apodada La Loca, que casaría con D. Felipe "El hermoso"; su heredero, Carlos I, sería el señor del vasto Imperio Español. La casa de Austria entra a formar parte de la monarquía española y se mantiene hasta la llegada de los Borbones en 1700.
Fabra aprovecha un suceso histórico importante, aunque puntual, para emprender un camino distinto que hace evolucionar España en otro sentido. Resulta dentro de lo probable que, al menos en un primer momento, un Rey que aglutinara a los 3 reinos más poderosos de la época, Aragón, Portugal y Castilla, pudiera haber creado un importante imperio anterior al de Carlos V, dado el poder naval de las tres grandes potencias occidentales reunidas en una.
Es interesante observar los cambios que propone Fabra a lo largo del relato. Se parte de una posición sumamente optimista referida a la monarquía y a su buen hacer. Son los bondadosos y generosos Reyes españoles, encabezados por D. Miguel, los que proporcionan ese extraordinario auge al Iberia, como se le denomina en múltiples ocasiones. En el relato se afirma:
«Era al propio tiempo forzoso dar cierta unidad a aquellos estados peninsulares, que discrepaban entre sí por sus leyes, uso, costumbres y hasta por su lengua, y al efecto, con prudentes medidas, sin lastimar las preocupaciones locales, fue preparando la senda del sistema que alcanza tan alto grado de perfección en nuestros días, gracias al unánime concurso del cuerpo electoral…»
Un somero análisis puede descubrir que se está haciendo a alusión a una especie de estado federal en el que la democracia del voto es su principal valor.
Las grandes obras públicas son motores de la economía del Imperio, y ya al final del siglo XVI el Tajo se hace navegable desde Aranjuez hasta su desembocadura. La capital se fija en Toledo y las grandes ciudades marítimas son Barcelona y Lisboa. Curiosos es comprobar cómo soslaya Fabra la necesidad de mano de obra para el país
«Si la emigración a las Indias arrebataba brazos a las artes, el Gobierno, siguiendo la senda trazada por los Reyes Católicos, estimulaba la naturalización de los extranjeros […]»
Parece que también anticipa un escenario bien conocido en la actualidad, como es el de la emigración. Nuestro autor piensa que la carta de ciudadanía, y la integración, serían poderosos motivos para mantener la sociedad que él proclama.
En la economía también se dan pasos decisivos para establecer un reino estable. El Rey concede la libertad del comercio de Indias a todos los puertos del reino, de manera que quedan abolidos los monopolios comerciales que poseían Sevilla y Lisboa en nuestra realidad. Por otra parte se establece una zona de libre comercio, no se pagan aranceles ni diezmos, en todas las posesiones imperiales.
«En medio del caos en que estaban sumidas entonces las ciencias económicas, dio don Miguel un raro ejemplo de previsión facilitando el libre tráfico entre todos los reinos europeos sometidos a su cetro, haciendo extensivos a los puertos de los mismos el privilegio de que disfrutaban Sevilla y Lisboa, de contratar con las Indias, y por fin autorizando, aunque con algunas restricciones, el comercio exterior. »
Recuérdese que estamos analizando un texto del siglo XIX. La teoría económica que se expone es muy moderna para la época. De hecho, su práctica está ahora en pleno auge, sobre todo en la Unión Europea. Sin duda una singular dote de perspicacia y visión de futuro.
Este mundo contrafactual es, a diferencia de las utopías anarquistas que se escriben a finales del siglo XIX[7] una glosa de la monarquía. Se da rienda suelta a opiniones, un tanto utópicas, acerca de lo que hubiera significado el tener un buen gobierno durante todo ese periodo de cuatrocientos años. En el relato, como ya hemos contado, España, en lugar de ser una potencia venida a menos, ha sido faro y motor de la cultura, la sociedad y la tecnología de Europa y del mundo.
En 1883, fecha de la publicación del cuento, España está en el período de la restauración y en los últimos años de reinado de Alfonso XII, en los que el País se debate entre el abandono total del antiguo régimen y la instauración de una democracia de corte occidental. No existe el sufragio universal, instaurado para los varones en 1892, y estamos a punto de entrar en la Regencia de María Cristina. Se han perdido ya prácticamente todas las colonias y nos encontramos con un panorama desolador que se irá ensombreciendo cada vez más.
Fabra se muestra como un optimista desengañado, afirmación un tanto arriesgada, pero que intentaré explicar a continuación. Debido a su trabajo de corresponsal de guerra y de su contacto con el periodismo y la realidad internacional, está mas que capacitado para ver mas allá de las fronteras de España. Es plenamente consciente del desarrollo tecnológico que se está dando en el resto del mundo. Los inventos como la electricidad, el telégrafo, etc. serán reflejados en muchos de sus relatos de ciencia ficción. Pero la realidad española es diferente. Estamos ante un país mas atrasado que el de su entrono, con un pasado dorado, pero ya perdido y que se enfrenta al futuro con muchos problemas. Ese ambiente de “pérdida”, de desilusión, es el que, probablemente, le lleva a escribir un relato de este tipo. La historia no puede ser cambiada para mejorar lo que, según él, está mal en el País, pero a través de los mundos de ficción puede remodelarse a su antojo. Tenemos por un lado un desengaño: la realidad y por otro un relato que glosa las bondades del pueblo español y de sus gobernantes, por lo que podemos colegir que el optimismo aún está presente en él.
Centrémonos en un hecho que, según se trasluce del texto, es para el autor el que ha ocasionado todos los males contemporáneos de España. Como ya hemos narrado un heredero directo de los Reyes Católicos es el que se hace con el poder y trasforma España en una superpotencia. Entonces ¿qué es lo que fue mal? ¿Qué falló para que la nación perdiera su pulso y su ímpetu? Fabra opina que la culpa es de los Austrias. En nuestra realidad, que diríase la verdadera, Carlos V es el heredero y “creador” del Imperio español. En el párrafo que se trascribe a continuación queda muy clara cual es su interpretación histórica:
«Mas si tales progresos políticos y materiales se han realizado en nuestra patria en el transcurso de cuatro siglos, ¡ cuán grandes infortunios no lloraríamos ahora si la muerte, arrebatando en flor a D. Miguel I, último vástago varón de las dinastías nacionales, hubiese elevado al trono español a la casa Austria, convirtiendo la nación señora de tantos pueblos, en feudo de una familia ajena a nuestras costumbres, de distinta raza, enemiga de las libertades populares, obligada a amparar derechos patrimoniales en Europa que ni directa ni indirectamente afectaba a la Península, encarnación del despotismo que inmolaba la razón de Estado a un derecho personal […] obligada a defender los disgregados territorios de su herencia, y en fin, sin abnegación ni alteza de miras bastantes para deponer el interés privado en aras del vital principio de la nacionalidad ibérica y del afianzamiento de su unidad política y geográfica!
En este texto, situado al final del relato, se condensa el pensamiento de Fabra respecto a la monarquía de los Austrias y, suponemos que, de sus sucesores. Sin embargo se puede afirmar que el autor era un monárquico convencido y que en realidad estamos ante un panfleto pro-monárquico referido a las bondades de un sistema dinástico que mantiene una misma línea de actuación a lo largo de los siglos. Él desecha las lacras de los reyes españoles sugiriendo “una línea sucesoria ética e inteligente“[8]. La base de un buen gobierno es, por tanto, la bondad e ilustración de los gobernantes. Todos los logros de ese mundo ficticio son obtenidos desde la “emanación” graciosa de los herederos del primer monarca D. Miguel.
Se ha dicho que las ucronías las escriben los perdedores. Los perdedores que, no conformes con lo que la historia les ha deparado, tratan de reconvertir sus carencias en ilusorias historias donde triunfan sus tesis. Particularmente no comparto esa teoría pues considero que muchas de las ucronías no contemplan esas premisas: la de estar escrita por los perdedores. En el caso que contemplamos es muy posible que Fabra estuviera descontento con la situación de la España de fin de siglo, pero de ninguna de las maneras es un perdedor. Es, como ya hemos dicho, un monárquico convencido que, además, participa en el sistema, ya que debemos recordar su vocación política que le llevó a ser diputado y senador. Analizando otros relatos de corte fantástico escritos por él, podemos ver que es muy crítico con ciertos movimientos políticos como el anarquismo o el socialismo. En sus relatos “La locura del anarquismo” y “El futuro ayuntamiento de Madrid” realiza una despiadada crítica contra estos dos sistemas, no exenta de un humor sangrante. No le gustan “las revoluciones” y su optimismo en el futuro se basa en una lenta evolución de la sociedad y sobre todo en la incorporación de la tecnología para mejorar la vida diaria de los ciudadanos.
Ucronías hay muchas pero Nilo María Fabra fue el primero que se atrevió a reinterpretar la historia de España.
Bibliografía
BAQUERO GOYANES, Mariano. Realismo y utopía en la literatura española. Feltrineli Editore Milano.
HENRIET, Eric B. L’histoire revisitèe. Panorama de l’uchronie sous toutes ses formes. Encrage / Les Belles lettres. París 1999
MERELO, Alfonso. Ucronías en la literatura española. Galaxia nº 11. Madrid 2004
URIBE, Augusto. Nilo María Fabra. En BEM nº 57. Inteface editores. Andorra 1997
VV.AA. La ciencia ficción española. Robel. Madrid 2000.
Publicado en Ubi Sunt? Nº 22 Cádiz 2009
[1] RENOUVIER, Charles. Uchronie (l´utopie dans l´historie).. Bureau de la Chritique Philosophique. Paris 1876
[2] Filósofo francés (Montpellier, 1815 - Prades, 1903). Renouvier, desarrolló esencialmente tres temas en sus estudios: el finalismo, la libertad y el fenomenismo a partir de la crítica de la filosofía de Kant. Es el principal representante de la escuela neocrítica
[3] MERELO, Alfonso. Ponencia “Ucronías españolas”. Congreso HispaCon 2003, Getafe.
[4] GÓMEZ APARICIO, Pedro. Historia del periodismo español (Desde la «Gaceta de Madrid», 1661, hasta el destronamiento de Isabel II), Madrid, Editora Nacional, 1967, p. 555.
[5] DOMENECH, Jordi. “Un poeta olvidado, Nilo Fabra, y una poesía desconocida a Valle-Inclán.”. http://www.elpasajero.com/nilofabra.html
[6] SAIZ CIDONCHA, Carlos. La ciencia ficción como fenómeno de comunicación y de cultura de masas. Tesis Doctoral. Universidad Complutense. Madrid 1988
[7] A este respecto, es clarificador el estudio realizado por Agustín Jaureguizar “Utopías anarquistas Españolas” en “Apuntes para la historia de la ciencia ficción española”. Augusto Uribe Ed. Madrid 2001
[8] MERELO, Alfonso “Cuatro siglos de buen gobierno” en http://bibliopolis.org/ysi/ysi0012.htm
2 comentarios
HENRIET -
Eric Henriet
JOSE JOAQUIN -
¡Enhorabuena Alfonso!