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4. Ciencia ficción y gobiernos USA

4. Ciencia ficción y gobiernos USA

Hace tiempo inicie un embrión de artículo, a raíz del tema de los prisioneros en Guantánamo, que pretendía ver como había tratado la ciencia ficción las formas de gobierno sobre todo el USA. En muchos relatos, películas o series, se ha aventurado la hipótesis de que los todopoderosos Estados Unidos de Norteamérica se comportan de una manera "fascista" y al margen de los derechos humanos.
La ciencia ficción no tiene como misión el ser visionaria, es mas no debería de serlo, pero de vez en cuando se producen lamentables coincidencias que te hacen pensar si los autores o algunos de ellos tienen un don "sobrenatural" para predecir acontecimientos futuros.
Aunque es evidente que los parecidos reales están muy alejados de lo que hemos visto atónitos en estos días, no lo es el comportamiento reflejado en estos relatos ficticios por parte del gobierno o de los militares USA, que a fin de cuentas y como justificación a su "honor militar" sólo reciben ordenes. Y por descontado las actitudes que vemos en los escenarios de ciencia ficción son sólo un pálido reflejo de lo que es la realidad. Si observamos el mundo, vemos que los escritores de CF ya se han anticipado a casi todo.
En "Mercaderes de Espacio" de Frederick Pohl y C. M. Kornbluth las corporaciones y multinacionales de la publicidad deciden por encima de los gobiernos y ponen o quitan a su antojo. ¿Parece muy retorcido e improbable? Pues vamos a recordar el golpe de estado en Chile propiciado, entre otros, por la United Fruits & Company, o la reciente visita de Mariano Rajoy, el nuevo invicto líder de la derecha, a empresarios catalanes para “ver si evitamos que los rojo-separatistas-antiespañoles de Ezquerra gobiernen”. No se si lo habrá conseguido, pero si que da una idea de la importancia de los poderes fácticos en la política.
En "El Hombre Estocástico" de Robert Silverberg, el gobierno USA, elegido democráticamente, como el alemán en el 32, se convierte en un estado dictatorial por el capricho de un presidente, Quinn, que convierte la democracia americana en un régimen esencialmente nazi. O tomemos el Cuento de la doncella, basado en la novela El cuento de la criada de Margaret Atwood, en el que el estado norteamericano deriva en una dictadura con base religiosa en la que, como siempre, el que detenta el poder hace y deshace a su conveniencia y sin encomendarse a las leyes que deben regir para los demás. Suele regir en este tipo de comportamientos el principio de todos somos iguales pero algunos somos mas iguales que otros.
Otras historias nos cuentan como las actitudes de los ciudadanos en particular y de los gobiernos en general se van haciendo cada vez más irrespetuosos hacia lo que entendemos por democracia y civilización. Recordemos Robocop en la que los servicios policiales se encomiendan a la seguridad privada y las consecuencias que trae esta dejación de funciones. Si extrapolamos podemos llevarnos serios disgustos.
Refiriéndonos al terreno hispano podemos encontrar que en la "Tierra Después" de G.H. White la civilización terrestre, una vez superada la fase de bienestar, se entrega al más absoluto desenfreno. El estado asume ésto y protege este peculiar sistema de vida falto de la más elemental ética. Y en el "Universo Corporativo" de Sánchez y Gallego el "régimen" no tiene el menor escrúpulo en usar a su antojo a los ciudadanos sin que el Estado se preocupe lo mas mínimo de sus individuos. El bien del Estado es superior al de uno de sus miembros, que bien mirado parece lógico salvo que tú seas ese individuo prescindible.
El cambio de "régimen" hacia formas más restrictivas suele darse como consecuencia de un hecho traumático que acontece en la sociedad de referencia. En "Tropas del Espacio" de Heinlein es el ataque de los bichos a la Tierra lo que provoca que el gobierno mundial cambie a una dictadura militar en la que sólo los soldados tienen la ciudadanía plena. En "La Muerte de la Hierba" de Cristopher Priest es un virus que destruye las cosechas el que obra el cambio. El gobierno inglés toma decisiones que son incompatibles con lo que consideraríamos civilizado, aunque están totalmente conformes con lo que se nos cuenta. Así pues, encontramos multitud de panoramas que nos muestran diversos grados de ataque por parte del "estado" a sus ciudadanos o a otros países o mundos.
Muchas de las historias desarrolladas por escritores norteamericanos suelen contener lo que se puede denominar "apología del sistema". No es el sistema el malo sino algunos individuos aislados del sistema los que lo corrompen. No es el entramado burocrático o el bussines-power el que produce estos efectos perniciosos sobre los individuos, son individuos desarraigados los que atacan la sociedad y por tanto el sistema es bueno, aunque en algunos casos haya que ser corregido. Es bien palpable la defensa a ultranza del sistema en los comics norteamericanos de superhéroes: cuando el Capitán América por ejemplo, estandarte superheroico y patriotero de Marvel, se enfrenta al imperio secreto, curiosamente en pleno Watergate, no es permisible que el buen Capitán descubra que el jefe en la sombra es el propio Nixon. Se soluciona haciendo que la culpabilidad recaiga en un "alto funcionario" de Washington.
Por tanto nos encontramos con todo tipo de justificaciones para defender lo "bueno", "honrado" y "decente" del sistema American Way of Life. Incluso en los escenarios utópicos más benévolos, como puedan ser las series Star Trek, encontramos enemigos que sólo son malos porque son distintos. Sí, los vulcanos son distintos pero piensan y se comportan de manera muy humana. Se van creando enemigos ficticios que lo son por el simple hecho de ser diferentes. Aunque esto no sería en sí malo ya que en cualquier historia en la que se ha dado un maniqueísmo bueno-malo, éste puede resultar útil para la narración en sí, dependiendo del fin que persiga el autor. Lo verdaderamente nauseabundo se produce en el momento en el que se intenta justificar un comportamiento, que es en sí reprobable, porque las consecuencias del mismo sólo la sufre el "malo". La serie que protagonizara Charles Bronson "el justiciero de la ciudad" es un claro ejemplo de justificación de la violencia cuando procede de un lado y la sufre el lado oscuro.
La invasión de Afganistán por parte de los rusos fue mala, tan mala que los americanos enviaron a Rambo a solucionar los problemas. Pero hete ahí que diez años después los mismos que abominaban de la invasión, invadieron al pueblo que una vez decidieron salvar. Son los mismos talibanes, pero claro ya no es lo mismo.
Los estados del primer mundo no intervinieron en Afganistán cuando las mujeres eran aplastadas por los salvajes talibanes, sólo se puso el grito en el cielo cuando se derribaron las estatuas de los budas, como si fueran más importantes que la vida de una sola mujer u hombre.
Esto si que es ciencia-ficción y de la peor serie B.
Noviembre 2003

3 comentarios

Juaki -

Los maestrillos, hijo, que son tos unos escaqueaos (y de los jubilaos de visita por Egipto, ni te cuento...)

Salú

Anónimo -

Pos gracias y me mandes ese artículo.
A ver si puedo estar el 22 en Caí, pero yo trabajo, no como otros :)

Juaki -

Muy bueno, Fonzo, en serio. Tengo un art{iculo, in english, que te podr{ia interesar. Va sobre este tema, pero tambien abarca el racismo y la xenofobia en las obras americanas de ciencia ficcion.
Un saludo