Batalla naval
El lanzamiento literario de este último mes ha sido sin duda la novela Cabo Trafalgar. Arturo Pérez Reverte aprovecha el 200 aniversario de la famosa batalla entre la flota hispano-francesa y la inglesa para escribir otra de sus novelas históricas, o pseudo-histórica.
Perez Reverte es ya una de las figuras mas conocidas en el panorama literario español. No es el mejor escritor español, aunque tampoco el peor, pero resulta que sus novelas venden, son del gusto del público, y por tanto el autor es ya una figura consagrada.
La novela es un encargo efectuado ex profeso por la editorial Alfaguara para conmemorar el ya citado 200 aniversario de la batalla. Desde luego el que sea un trabajo alimenticio, aunque todos lo sean, se nota, y se nota mucho.
Bien es cierto que nunca he sido un gran seguidor de Perez Reverte. Pero algunas de sus novelas me han proporcionado agradables ratos de buena lectura. El maestro de esgrima, El Club Dumas o la excelente y divertida La sombra del águila. Sin embargo me ha aburrido en la única novela de Alatriste que he leído, la primera, y no comparto muchos de los presupuestos que expresa en sus artículos. Pero esto último es sólo una opinión y no debería tenerla en cuenta a la hora de comentar, que no analizar su obra literaria.
Cabo de Trafalgar es una novela de fácil lectura, con una gran documentación histórica la descripción de la batalla puede ser todo lo fiel que se puede expresar a través de los testimonios reales- y precisamente por eso fracasa estrepitosamente. No es el protagonismo de la fragata Antilla y sus hombres - inexistente y que queda justificada por el propio autor como recurso literario-, tampoco es el exquisito realismo que se deja leer, a veces un tanto gore, en las descripciones pormenorizada de las batallas entre navíos, ni tan siquiera lo sería el lenguaje, soez y barriobajero que supongo sería una aproximación a lo real. Todas estas cosas pueden resultar incluso agradables, pero al leer la novela hay cosas que no he soportado y esas son el uso, para mi, inadecuado de ciertas expresiones que o bien son anacrónicas o de difícil justificación en el contexto de principios del siglo XIX. Emplear términos como: borracho de Anís del mono (creo que se produjo en 1870), fashion ( para describir una nave) o Pepito Grillo (Pinocho es de 1880) para describir las protestas de Gravina ante el valido de Carlos IV.
Esta serie de incrustaciones anacrónicas me han estropeado la lectura de la novela, que por otra parte tiene buenas maneras, sin ir mas lejos la verosimilitud de los personajes, aunque hablen raro. Es posible que se trate de un experimento o recurso del autor, porque dudo mucho que Pérez Reverte pueda cometer tales errores en su texto. Si es así puedo entender que los utilice, aunque desde luego no los comparto porque creo que lastran y cabrean al lector mínimamente despierto.
Recomiendo la lectura de Un siglo llama a la puerta de Ramón Solís. No se verá una descripción de la batalla pero si de sus consecuencias desde el punto de vista de los médicos gaditanos que atendieron a los cientos de heridos
© Alfonso Merelo 2004
Perez Reverte es ya una de las figuras mas conocidas en el panorama literario español. No es el mejor escritor español, aunque tampoco el peor, pero resulta que sus novelas venden, son del gusto del público, y por tanto el autor es ya una figura consagrada.
La novela es un encargo efectuado ex profeso por la editorial Alfaguara para conmemorar el ya citado 200 aniversario de la batalla. Desde luego el que sea un trabajo alimenticio, aunque todos lo sean, se nota, y se nota mucho.
Bien es cierto que nunca he sido un gran seguidor de Perez Reverte. Pero algunas de sus novelas me han proporcionado agradables ratos de buena lectura. El maestro de esgrima, El Club Dumas o la excelente y divertida La sombra del águila. Sin embargo me ha aburrido en la única novela de Alatriste que he leído, la primera, y no comparto muchos de los presupuestos que expresa en sus artículos. Pero esto último es sólo una opinión y no debería tenerla en cuenta a la hora de comentar, que no analizar su obra literaria.
Cabo de Trafalgar es una novela de fácil lectura, con una gran documentación histórica la descripción de la batalla puede ser todo lo fiel que se puede expresar a través de los testimonios reales- y precisamente por eso fracasa estrepitosamente. No es el protagonismo de la fragata Antilla y sus hombres - inexistente y que queda justificada por el propio autor como recurso literario-, tampoco es el exquisito realismo que se deja leer, a veces un tanto gore, en las descripciones pormenorizada de las batallas entre navíos, ni tan siquiera lo sería el lenguaje, soez y barriobajero que supongo sería una aproximación a lo real. Todas estas cosas pueden resultar incluso agradables, pero al leer la novela hay cosas que no he soportado y esas son el uso, para mi, inadecuado de ciertas expresiones que o bien son anacrónicas o de difícil justificación en el contexto de principios del siglo XIX. Emplear términos como: borracho de Anís del mono (creo que se produjo en 1870), fashion ( para describir una nave) o Pepito Grillo (Pinocho es de 1880) para describir las protestas de Gravina ante el valido de Carlos IV.
Esta serie de incrustaciones anacrónicas me han estropeado la lectura de la novela, que por otra parte tiene buenas maneras, sin ir mas lejos la verosimilitud de los personajes, aunque hablen raro. Es posible que se trate de un experimento o recurso del autor, porque dudo mucho que Pérez Reverte pueda cometer tales errores en su texto. Si es así puedo entender que los utilice, aunque desde luego no los comparto porque creo que lastran y cabrean al lector mínimamente despierto.
Recomiendo la lectura de Un siglo llama a la puerta de Ramón Solís. No se verá una descripción de la batalla pero si de sus consecuencias desde el punto de vista de los médicos gaditanos que atendieron a los cientos de heridos
© Alfonso Merelo 2004
0 comentarios