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- MEMORANDO -

Emanciparse

Emanciparse


Los que ya pasamos de la edad joven a la madura –eso me han dicho últimamente ¡soy maduro! ¡hay que fastidiarse!- hemos vivido bastantes añitos, concretamente 46, y tenemos todo el derecho del mundo para contar batallitas, siquiera sea por la experiencia adquirida. Como, quien mas quien menos, hemos pasado por un montón de vivencias, esta “madurez” –cada vez me parece peor la palabra- nos permite ver con algo de perspectiva muchas de las actitudes de los que ahora son los jóvenes que fuimos y que ya no seremos mas.
No me asombro con el botellón, ni con la supuesta promiscuidad o la manera de tratar a los mayores. A fin de cuentas son como éramos, mas o menos. La “rebeldía” contra lo instituido es necesaria para ellos, porque esa es la esencia de la juventud y es casi tan necesaria, a cualquier edad, como el respirar. Pero hay cosas que si me sorprenden. Y entre ellas me resisto a entender cómo es posible que un “joven” quiera permanecer en casa de sus padres hasta que cumpla los 35 o 40 años.
¿Cómo se puede prescindir de la libertad de volar lejos del nido para siempre? Me puede haber quedado cursi esta última frase, pero creo que se entiende perfectamente. El chico o la chica que ya ha terminado sus estudios, que trabaja, que se tira a todo lo que se menea si puede y le dejan ¿por qué rayos no busca su independencia vital? Un sitio donde poder rascarse o dejar la casa sucia si le sale de las narices o no bajar la basura y permanecer con la cama sin hacer una semana. Vamos, lo mismo que en un piso de estudiantes pero con pasta. No lo entiendo.
Se me dirá que es que la cosa está muy mal, que no se gana mas de 1000 euros al mes (los famosos mileuristas), pero es que con mil euros no se vive como un rajá, pero se vive y se vive solo o sola. Y eso es lo bonito, o lo era cuando yo me fui de mi casa a los 25 mas o menos. Claro que no tenía coche, ni piso, vivía en un apartamento minúsculo, y a lo mejor no comía todos los días de lujo, pero podía dedicar mi tiempo a mí, a hacer lo que me gustaba, a pasear hasta las tres de la mañana sin que nadie me esperara y, que aunque nada dijera, con cara de reproche noche si y noche también. Y ese desasosiego que producía en los padres era también el mío. Por eso me fui de casa. Necesitaba mi espacio.
¿Es que ahora no lo necesitan?
¿Se es tan aristocrático que necesitan servidumbre, aunque ésta sea venida a menos y soportada por las madres? ¿Cómo se puede explotar de esa manera a los padres que ya se merecen pasear cogidos del brazo y tomarse una cervecita en una terraza sin tener que estar pendiente del niño que ya tiene cuarenta y es incapaz de freír un huevo? Suponiendo que el pobre no esté parado o sea un vago y te coloque a la novia o al novio con nieto incluido, que también lo hay.
Pero eso parece que es moneda común actualmente.
Cada vez se emancipan mas tarde. Va a llegar un tiempo en que el hijo espere la jubilación del padre para ocupar su puesto de trabajo en una cadena hereditaria sin fin.
Y con toda esta tendencia van otros y quieren emanciparse como los montenegrinos.
Pero ¿dónde vais? Con lo bien que se está en casa con mamá (madre patria en este caso)
© Alfonso Merelo 2006

5 comentarios

Pily B. -

Ay, hombre sabio. Efectivamente lo de volver a casa de los padres es un auténtico palazo. En fin, cuando vea lo del trabajo más seguro, saldré a hacer la poesía que dices. ;-)

AMS -

Es que la vuelta a casa de los padres, para quedarse, debe ser muy, muy dura.
Pero, líate la manta a la cabeza y
a la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo
y mostrar que pues vivimos anunciamos algo nuevo

Me ha dado la vena poética Celayística

Pily B. -

Ayyyyyyyy, llevas toda la razón. Yo tengo ganas de volver a independizarme de nuevo :-)

AMS -

Hombre, hogar dulce hogar depende. Si es un hogar desestructurado pues... Pero creo que esta casa no es tan mala :)

Javi -

Ciertamente...Hogar, dulce hogar ;)