572. AVATAR y las castañas pilongas.
Anda que no se está hablando de Avatar. En todos los telediarios, los espacios de cine, las páginas WEB específicas, las genéricas o los blogs no paramos de comentar la “hiper-carísima-guay-bonita-de-la-muerte-y-azulona” nueva película que estrena James Cameron el día 18 de diciembre. Se está creando tanta expectativa que me da la nariz que no va a llegar a ser lo que dicen que es.
De momento hemos tenido variados avance de su guión: El planeta Pandora es codiciado por una corporación multinacional, o multiestelar mejor. Esta corporación tiene un ejército propio y alguna restricción que otra a la hora de usar las armas. No pueden usar armas de destrucción masiva y no pueden usar armas de plasma debido al intenso campo magnético de la luna Pandora. Hasta ahí es lo que puedo leer, porque no voy a destripar mas el argumento.
Contado así, el guión no es mas que otra versión de las tantas que hemos leído sobre conquistas planetarias, incluso de conquistas de cualquier tipo: un ejército mas poderosos y unos nativos que, a duras penas, consiguen resistir al invasor. Esta generalidad recuerda profundamente la temática que Rafael Marín desarrolla en su excelente “Lágrimas de luz” sin irnos mas allá de nuestra fronteras. Pero si a esto le añadimos un toque “Pocahontas” y un poco de “Bailando con Lobos” o de “Soldado Azul” estamos ante algo no demasiado original en cuanto a su contenido.
Ahora bien, el continente, el marco, pretende ser una gran orgía técnica y tecnológica que va a “ revolucionar” el concepto de cine, o al menos eso dicen las crónicas. La base de la nueva producción es la imagen en 3D que va poderse ver en algunos cines preparados para ello y con las consabidas gafitas especiales. El espectáculo va a ser mas el ver una sala llena de “miopes” mirando la pantalla que la película de marras. Porque, me temo, que en pocas salas vamos a poder ver la “magnificencia” de la producción de Cameron. Estoy por asegurar que aquí, y en muchos “aquís”, veremos la película en glorioso 2D o en un 3D descafeinado o de chichinabo, que se dice.
De todos modos no estoy muy seguro que el lustre de la tecnología empleada sea capaz de superar un guión carente, en principio, de la mas mínima novedad, salvo que la manera de narrar de Cameron sea excelente y diferente a lo que hemos visto.
Realmente no se si me gustará ver la aldea de los pitufos en clave de ciencia ficción. Todo tiene su límite y tal vez la tecnología de digitalización de personajes aún no está lo suficientemente desarrollada para que los personajes dejen de ser toons sofisticados y los robots sean algo mas que transformes de segunda.
El 18 veremos si estoy equivocado. No me importaría estarlo.
© Alfonso Merelo 2009
11 comentarios
Anónimo -
Por cierto: En Lepe hay un cine que da la peli en 3d. Me estoy planteando el ir por allí que está cerca.
Hay que joerse.
Manuel Nicolás -
Mario Moreno Cortina -
Además, si es un jueves, convocamos una Tertulia Canalla y nos agarramos una borrachera friki.
AMS (Alfonso Merelo) -
A ver cuando puedo ir por allí.
Mario Moreno Cortina -
Anónimo -
Manuel Nicolás -
Anónimo -
Si me sale algún viaje de negocios a Madrid ya hablaremos :)
Mario Moreno Cortina -
Y sí, yo también espero que haya algo más.
AMS (Alfonso Merelo) -
Mario Moreno Cortina -
Por un lado, me imagino el goce visual que va a ser y el crio de 12 años que llevo dentro (como buen friki) se relame y solaza pensando en gozarla como puerco en la mierda. Por otro, mi parte más adulta me previene contra el abuso de efectos digitales, que pueden convertir la experiencia en un videojuego.
El diseño de los alienígenas azules no me gusta mucho, y la historia, basada en Pocahontas (la cosa es deliberada) no es que me atraiga. Pero también es verdad que es James Cameron y no Michael Bay. Las historias de Cameron están siempre basadas en premisas muy, muy, muy sencillitas. Ninguna película de Cameron es un prodigio de complejidad argumental. Su (para mí) obra maestra, Aliens, no deja de ser una peli de "castañas bélicas" de las de toda la vida ("otra cacería de bichos"). Cameron funciona a un nivel puramente visceral: no importaba tanto la historia en sí como la potencia de la imagen de Ripley en el ascensor, sudando y maldiciendo mientras preparaba el lanzallamas y el fusil (cielos, me he puesto cachondo recordándolo). Y a ese nivel puramente primitivo, Cameron es inigualable. Recordemos que este tipo volvió a contarnos la historia del Titanic, que está más sobada que la cachaba de un gitano, y nos metió a todos en el cine.
Por otro lado, me han llegado informaciones de algunos privilegiados que han podido ver como media hora de peli en sala y parece que es opinión unánime que se trata de una experiencia nueva que va a revolucionar el medio.
Yo ya tengo las entradas para verla en Kinépolis, ventajas de vivir en la capital del Reino, con gafitas y todo. Espero que la manida historia y la estética videojuego no me empañen demasiado la experiencia.