391. Diario de viajes 2008
Hace unos diez días abandoné la patria propia, es decir España, para viajar a la patria de Carlos I de España y V de Alemania, ese Austria que dominó un imperio y que fue bastante sieso. Con todo esto quiero decir que llegué, llegamos, al aeropuerto de Bruselas en un vuelo de Vueling, en esos en que los tripulantes de cabina te están diciendo todo el rato ¡feliz vueling!, en un alarde de imaginación y simpatia rayano en lo hortera. (Por cierto que mi vuelo de vuelta era uno especial Vueling- MTV, unos aviones decorados con dibujitos y en los que te pasan unos videos de la MTV, todo muy cool y simpático de la muerte).
El aeropuerto de Bruselas es un caos similar al de la T4 de Barajas, con el condicionante de que no hay nada explicado en carteles. El conseguir las maletas supuso ir de un extremo a otro del lugar guiados por una señal que ponía “EXIT” y, de vez en cuando una imagen de una maleta. Cuando desesperábamos encontramos la familiar cinta trasportadora y por fin pudimos salir del aeropuerto.
Llegar al centro de la capital desde el aeropuerto es muy sencillo subiendo al tren que te deja en las tres estaciones Sur, Central y Norte (2 euros 90 es lo que cuesta). Nosotros bajamos en la Central y nos dirigimos a nuestro hotel llamado Carrefour de l’ Europe, un excelente hotel, de la cadena Best Western Premier, en pleno centro de la ciudad.
Lo primero que hay que hacer en Bruselas es acercarse a la Grand Place, centro neurálgico y guiri del turismo bruselense. La plaza es impresionante, aunque los edificios se ven, algunos, sucios, destacando encima por los dorados, que si están limpios, y que resaltan aún mas la negritud de las fachadas. La plaza está rodeada de bares y restaurantes que son caros de narices, pero ese es el tributo y hay que pagar la vista.
Por supuesto hay que ver el Atomium, vestigio de la exposición mundial de los 50, el museo de la “Bande desinee”, indudablemente, y los grandes bulevares que jalonan la ciudad. La parte “europea”, las instituciones europeas, son edificios modernos sin demasiado atractivo arquitectónico. La catedral de de St. Michelle es otro de los puntos intersantes, así como la plaza du Petite Sablón, la place de la Cahpelle, la del Congreso, la Plaza del Cincuentenario o hacer una subida, o bajada, en el ascensor del quartier du Marolles que les llevará a la Place de Jeu de Balls.
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En Bélgica no puede uno prescindir de la cerveza, por eso la primera de las muchas fue una Tongerlo en una taberna cerca de la Ópera llamada “Le Fiacre”. Como cervecerías o locales que recomiendo en Bruselas están “La Morte Subite”, una cervecería de principios del siglo XX, “Tonne” un curioso bar donde hay tambien representaciones de marionetas, o Carlos V, en la plaza de nuestro hotel. De las cervezas habría que citar unas cuantas: Carlos V Blonde Doree (de abadía), Grimberger Blonde, Belgoo Magus, Ciney Blonde, Orval, y particularmente recomendaría la Kwak, bebida en su vaso que parece una probeta. Una de las características de las tabernas de por allí es que cada cerveza de una marca se sirve en el vaso correspondiente a esa marca. Muy curiosos y divertido. Así, se me hace difícil encontrar una cervecería que pudiera tener las 300 cervezas que se fabrican allí.
La comida, pues que quieren que les diga mejillones y papas fritas en repugnante mantequilla, pero se puede comer. No en serio, los mejillones no están mal en las diversas variedades: con crema, con vino blanco etc. Las raciones son inmensas y el precio relativamente barato. También hemos probado el conejo con ciruelas y cerveza el waterzoi de pescado, una especie de guisote pescado con salsa de nata y mantequilla, y la sabrosas carbonnade de buey, carne guisada similar a nuestro ragout pero con un toque mas francés al añadirle un poco de nata agria. Las raciones muy generosas y se dice que las comidas belgas tienen la cantidad alemana y la calidad francesa.
Punto aparte es el gofre o waffle que es típico de por allí, pero que resulta absolutamente empalagoso e imposible de esquivar ya que toda la ciudad huele a goffre, sobre todo en la zona guiri que es la que yo frecuentaba.
Los pubs de por allí son como los de por aquí pero cono música en directo. En muchos de los que entramos se podía degustar la cerveza y también músicos de jazz, muchos, y de samba o latinos. Un ambiente gay también es habitual en los locales del centro de Bruselas y son mucho los lugares donde ir si a usted le gusta ese lado de la vida.
Para visitar Gante y Brujas lo hicimos a través del tren. Son rápidos, mas o menos, y llegan a su hora. Pero desde luego no hay información o muy poca en las estaciones. La estación central es antigua y con medios obsoletos. La línea que va a Gante acaba en Ostende, pero en ningún momento te dicen cual es el tren que has de coger puesto que no parte de esa estación y tampoco termina en Brujas o Gante. Tuvimos que recurrir a Internet (santa Internet) para enterarnos de que nº de tren teníamos que tomar. Y no, los trenes no están numerados en los billetes, ni tienes asiento reservado ni siquiera tienes hora reservada. Son mas o menos como los intercitis nuestros y también van llenos de gente, que es extremadamente amable, eso sí. Y digo esto porque no he notado diferencias excesivas entre el nivel de vida, la tecnología y las comodidades entre un país y otro. Por supuesto son bastante más educados como ciudadanos y no verán ustedes una caca de perro en el suelo o un papel. En ciudadanía nos llevan siglos de ventaja, en eficacia, información y atención al turista, al menos en el sector servicios, estamos casi a la par.
No se pierdan Gante ni Brujas, la primera por colosal, la segunda por entrañable. Si hablan francés no tendrán problemas pues lo hablan en todo el país. También se defienden en inglés sin mayores consecuencias. Cuanto mas al norte vayan verán que el francés desaparece y aparece el neerlandés, que no hay cristiano que lo entienda. Pero cuando les hablas en francés cambian inmediatamente a ese idioma.
Anécdotas variadas y casi todas agradables. La primera es que nos perdimos al buscar nuestro hotel. En teoría éste estaba muy cerca de la estación, pero la calle no aparecía. La solución obvia era tomar un taxi, lo que hicimos. Cuando cargamos las maletas, nos sentamos y le digo al taxista donde quiero ir, dice ohhh, se baja y me dice está justo detrás de un arco, por lo que bajamos las maletas y dándole las gracias nos fuimos andandito que solo eran 50 metros. Que bochorno. En Brujas estuvimos hablando de bolillos durante mas de media hora con una dependienta de una tienda. Allí se llaman fuseaux y es una de las atracciones ver a las artesanas haciendo encaje. Mi mujer es experta en bolillos y por tanto la conversación fue mas técnica de la que yo entendái, sobre tipos de encaje y esas cosas.
En Bruselas hay montones de casa decorados con escenas de tebeo, desde Tintín, a los pitufos o spirou y fantasio. Tengo una muestra bastante grande de fotos que así lo atestiguan. Por supuesto Tintín es el rey y en casi todos los lugares encontrarán material de merchandising de los tebeos.
Y nada mas. Un buen sitio para pasar una vacaciones.
© Alfonso Merelo 2008
7 comentarios
AMS -
alinorak -
El anterior comentario anónimo era mío...Sorry!!
XD
Anónimo -
Te recomiendo también visitar Lieja (Liège) que es otra de las bonitas ciudades de Bélgica.En octubre hay una feria que atraviesa toda Lieja y también en agosto está la famosa Fête des fous o Fiesta de los locos!!jejeje!
¿probaste los gofres con fruta dentro?Están de muuuueeerteee!!!
En cuanto a la parte Flamenca de Belgica en la que hablan neerlandés, no siempre quieren hablarte en francés y aunque entiendan el francés perfectamente, a veces sólo te hablan en flamenco...Y es que en Bélgica como en otros países o zonas de España hay un gran problema linguistico.
Yo estudié el neerlandais/Flamand que es como el holandés y la verdad es que no me acuerdo de na de na...sólo de Dag!que significa Hola.
Un saludin!!!
XD
RSMCoca -
Si alguno tiene oportunidad, visitad esa ciudad. De verdad.
Kaya -
¡Un abrazo!
AMS -
Sr. Rubio -