2013-4 Lincoln
Abraham Lincoln es uno de los más conocidos presidentes de los Estados Unidos. En el acervo popular estadounidense fue el que “liberó” a los esclavos negros. No sólo es una figura presidencial conocida sino un icono en su país y fuera de él.
Este tipo de personajes siempre han sido muy atractivos para ser llevados al cine, pero siempre se corre el peligro de desvirtuar al personaje del que ya el público tiene preconcebido su apariencia y su manera de actuar. En este caso es el público norteamericano el que ha de juzgar si este personaje está llevado adecuadamente a la pantalla o no. Varios biopics se han llevado al cine con la figura de Lincoln de protagonista. En 1930, y de la mano del director D.W. Griffith, se estrenó la primera versión titulada Abraham Lincoln, en la que escenificaba el magnicidio del mandatario. El joven Lincoln data de 1939 y Lincoln en Illinois de 1949. Pocas películas más están centradas en su figura aunque tenemos la reciente Abraham Lincoln cazador de vampiros algo inusitado mezclando dos iconos tan dispares entre si como lo son los vampiros y el “libertador”. Incomprensible.
Steven Spielberg se ha lanzado a dirigir un gran film sobre Lincoln. Como suele ser habitual se ha rodeado de grandes actores que cumplan con su trabajo de manera eficiente. Daniel Day-Lewis, muy envejecido gracias a la magia del maquillaje, es el perfecto actor para el gran personaje, destacándose su peculiar y tranquila manera de hablar, su acento, al menos para mí que entiendo el inglés moderadamente, y su forma de caminar y moverse lentamente. Esta actuación le ha sido reconocida al llevarse el Globo de Oro al mejor actor protagonista de 2012. Por otra parte Sally Field hace una impresionante labor al interpretar a la esposa del Presidente, pese a que me choca su edad al compararla con la de Day-Lewis. Efectivamente su edad cronológica es la del personaje cosa que no ocurre con la del protagonista, que es mucho mas joven pese a su aspecto envejecido por le maquillaje. Me estuve toda la película diciendo que no me cuadraban los dos. Y para rematar tenemos a Tommy Lee Jones que pasa a representar al congresista republicano Thaddeus Stevens, uno de los más firmes puntales para la aprobación de la decimotercera enmienda a la Constitución USA. Lee Jones debe llevarse el Oscar sin paliativos por su extraordinaria actuación y sus impresionantes monólogos defendiendo la enmienda.
La película precisamente refleja las intrigas políticas en torno a la aprobación de esa enmienda constitucional que impedía la esclavitud. Aprovechando la guerra de secesión, el partido republicano, sí no es un error, el Partido Republicano era el progresista en la época y el Demócrata la oposición ultra conservadora -¡las vueltas que da la vida!-, intenta aprobar en la cámara de representantes una enmienda constitucional que prohibía todo tipo de servidumbre no consentida. Esta enmienda se había aprobado ya en el Senado y es ese trámite en el Congreso el que está intensamente reflejado en el guión de Lincoln. Asistimos a las trampas, a los gritos, a las puñaladas traperas y a los magníficos monólogos en defensa de una y otra postura. Naturalmente Spielberg se decanta por la postura de los republicanos en su defensa de los derechos humanos.
La ambientación y el vestuario están increíblemente reconstruidos, al menos así me lo parece ya que no viví la época. Pero también está ahí una partitura de John Williams que se hace muy agradable al oído en su línea de grandes orquestaciones y fanfarrias épicas.
Spielberg se ha marcado otro tanto con esta película. Es un tema que ni nos va ni nos viene, entiéndanme que el trasfondo si pero la figura en sí se hace muy lejana en el tiempo y en el espacio, pero que está tan bien narrado que el espectador se queda pegado a la butaca para ver que es lo que ocurre a continuación, pese a que ya lo conocemos. No desvelará nada no conocido si digo que el director narra el magnicidio en una magnífica elipsis que tiene por marco un teatro diferente al del suceso. Es a través de otros personajes como conocemos el asesinato y en todo momento se elude la visión directa de los disparos. No es lo que interesa, lo que interesa es el personaje histórico en sí y su relación con la política de su época. Y sobre todo contemplarlo, y magnificarlo, como una persona de profundas convicciones morales y de un coraje y firmeza dignas de tan impresionante labor: derogar la esclavitud.
© Alfonso Merelo 2013
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