La primera
Empieza en estas fechas un largo periodo de celebraciones religiosas que se denominan comuniones. Hacer la primer a comunión viene siendo un rito que casi todo niño o niña españolito realiza a la edad de 10 años, mas o menos.
No voy a hablar de lo que representa o no y lo que simboliza. Eso es materia para teólogos y no soy docto en ese tipo de cosas misteriosas y esotéricas.
Pero una comunión, ceremonia religiosa sencilla y rápida en esencia, no es sólo recibir el cuerpo de cristo, sino que comporta un hábito social de fiesta y gasto a lo grande.
Si sólo fuera gasto, pues cada uno se gasta su dinero en lo que quiera, pero no es sólo eso; es también un ejercicio de imaginación, tiempo y curiosidades a cual mas raras.
Para que el nene haga la primera comunión, como tiene que ser, lo primero es comprar un traje. Las niñas irán vestidas de novias, formato pitufo, con trajes que, en muchos casos rebasan el buen gusto para trasformarse en remedos bufos de los desfiles de moda. La niña ofrece pocas variantes a estos modelos, si acaso el traje de monja, blanco resulta un recambio aceptable. En el caso de los niños se pueden dar mas variantes, pero el traje clásico de niño comulgante es el de marinero. ¿Por qué es este y no otro pongamos de pastor o de cocinero? Ni idea. Misterios de la moda. Variedades las hay. Uniformes militares pueden ser de diferentes graduaciones, desde almirante, pasando por piloto de aviación o de general. Se desaconsejan los trajes regionales, nada de piconeros, toreros o picadores. Tampoco vale el vestir al niño con traje de gala de la flota estelar de Star Trek. El traje de guardia civil, pese a que es militar, tampoco resulta excesivamente adecuado.
Una vez que disponemos del consabido traje, pasaremos a la fase segunda o de búsqueda del lugar de celebración. Hay que elegir un lugar los suficientemente amplio para que una vez los niños no hayan comido nada, puedan desfogarse corriendo, saltando o majándose a palos, según les convenga. Incluso se puede contratar un payaso que amenice la velada. No le harán caso, pero queda muy chic.
La tercera fase, aunque son intercambiables, es hacerse la foto con el trajecito. Esa foto quedará para los restos de los restos para vergüenza del comulgante, que cuando tenga cuarenta años su madre exhibirá para regocijo de todos, menos del sujeto fotografiado, que correrá a esconderse de vergüenza.
Una vez relazada estas tres fase fundamentales, las demás son accesorias pero implican un gasto considerable. Traje de la mamá, del papá, de los hermanos si los hubiere, cursar las invitaciones oportunas a familiares y amigos y los regalos que hay que aportar al niño de marras.
Todo este montaje se requiere para los escasos 60 minutos de un acto que pierde su simbolismo religioso y se enreda en uno más de los actos sociales a los que somos tan dados.
¿Y el niño ateo o agnóstico, o budista zen o musulmán, o judío? Si su religión tiene una ceremonia similar, pues no pasa nada, será lo mismo, y si no la tiene, está el socorrido truco de la comunión por lo civil. No me pregunten que es eso, pero les aseguro que lo he oído mas de una vez. Supongo que será llevarse al niño a una fiesta y después a EuroDisney. Con eso se acierta seguro.
Pues nada. Desenfunden sus tarjetas visa y a gastar, que estamos en EL CRIMEN DEL MES DE MAYO.
© Alfonso Merelo 2005
No voy a hablar de lo que representa o no y lo que simboliza. Eso es materia para teólogos y no soy docto en ese tipo de cosas misteriosas y esotéricas.
Pero una comunión, ceremonia religiosa sencilla y rápida en esencia, no es sólo recibir el cuerpo de cristo, sino que comporta un hábito social de fiesta y gasto a lo grande.
Si sólo fuera gasto, pues cada uno se gasta su dinero en lo que quiera, pero no es sólo eso; es también un ejercicio de imaginación, tiempo y curiosidades a cual mas raras.
Para que el nene haga la primera comunión, como tiene que ser, lo primero es comprar un traje. Las niñas irán vestidas de novias, formato pitufo, con trajes que, en muchos casos rebasan el buen gusto para trasformarse en remedos bufos de los desfiles de moda. La niña ofrece pocas variantes a estos modelos, si acaso el traje de monja, blanco resulta un recambio aceptable. En el caso de los niños se pueden dar mas variantes, pero el traje clásico de niño comulgante es el de marinero. ¿Por qué es este y no otro pongamos de pastor o de cocinero? Ni idea. Misterios de la moda. Variedades las hay. Uniformes militares pueden ser de diferentes graduaciones, desde almirante, pasando por piloto de aviación o de general. Se desaconsejan los trajes regionales, nada de piconeros, toreros o picadores. Tampoco vale el vestir al niño con traje de gala de la flota estelar de Star Trek. El traje de guardia civil, pese a que es militar, tampoco resulta excesivamente adecuado.
Una vez que disponemos del consabido traje, pasaremos a la fase segunda o de búsqueda del lugar de celebración. Hay que elegir un lugar los suficientemente amplio para que una vez los niños no hayan comido nada, puedan desfogarse corriendo, saltando o majándose a palos, según les convenga. Incluso se puede contratar un payaso que amenice la velada. No le harán caso, pero queda muy chic.
La tercera fase, aunque son intercambiables, es hacerse la foto con el trajecito. Esa foto quedará para los restos de los restos para vergüenza del comulgante, que cuando tenga cuarenta años su madre exhibirá para regocijo de todos, menos del sujeto fotografiado, que correrá a esconderse de vergüenza.
Una vez relazada estas tres fase fundamentales, las demás son accesorias pero implican un gasto considerable. Traje de la mamá, del papá, de los hermanos si los hubiere, cursar las invitaciones oportunas a familiares y amigos y los regalos que hay que aportar al niño de marras.
Todo este montaje se requiere para los escasos 60 minutos de un acto que pierde su simbolismo religioso y se enreda en uno más de los actos sociales a los que somos tan dados.
¿Y el niño ateo o agnóstico, o budista zen o musulmán, o judío? Si su religión tiene una ceremonia similar, pues no pasa nada, será lo mismo, y si no la tiene, está el socorrido truco de la comunión por lo civil. No me pregunten que es eso, pero les aseguro que lo he oído mas de una vez. Supongo que será llevarse al niño a una fiesta y después a EuroDisney. Con eso se acierta seguro.
Pues nada. Desenfunden sus tarjetas visa y a gastar, que estamos en EL CRIMEN DEL MES DE MAYO.
© Alfonso Merelo 2005
8 comentarios
Gorguel -
Los niños de ahora están mil veces más espabilados que los de mi quinta, y prueba de ello es que hace unas semanas un compañero de trabajo me dijo que le buscase por internet un toro mecánico para alquilar, que a "su Antoñito" le hacía mucha ilusión.
Sé que una comunión cuesta mucha pasta, y lo sé bien porque trabajo de camarero y ahora estamos a tope, pero cuando ves sonriendo la cara ebria de un padre mirando como su Luisito o Danielín corretea dá que pensar en si merece la pena o no.
V. -
RM: sí que te explicas, sí. Retrospectivamente, uno se da cuenta de lo inocente que era cuando se metía acojonado a los confesionarios a encontrarse con Dios. Cuánto tiempo perdido, cagonlamar...
V.
RM -
Empanada mental, le llamo yo.
V. -
Pero la verdad es que yo me apunté (como el resto de coleguis) para ligar.
En cuanto a lo de las comuniones, no sirve que el niño o la niña sean ateos, ni el chantaje ya patentado del "o la comunión, o el Eurodisney". Porque tod@s escojen comunión por la mierda de los regalitos y el banquete y el sentirse reina por un día.
Si es que serán bajitos, pero de tontos no tienen un pelo...
V.
RM -
O sea, que me parece que una cosa no va con a otra. Si de verdad les va la cosa religiosa, y tal, joder, adelante. Pero que luego no se pongan tibios en cuanto se meten dos copas, dos rayas, dos porros o dos magreos.
Y si no les va la cosa religiosa y quieren solo lo otro, pues bueno, allá ellos. Hay más cosas en el mundo, y si solo ven eso, nada que objetar.
Pero la hipocresía de mezclar el culo con las temporas y decirte luego, "yo soy cristiana" mientras les chorrea el semen de tres tíos en la misma noche o se dedican a venderse droga y sacarse un sobresueldo, como que no me encaja...
Ala, ya quedé como un carca.
Alberto A-P -
RM -
O sea, la puesta de largo.
Mucha catequesis, mucha zarandaja, mucho obispo dándote la cachetá, mucha cena con papá, mamá y la abuela, mucho creer en Dios y en la santa madre iglesia.
Y dos horas después del evento, marcha, alcohol, drogas, sexo, desenfreno y despertarse a las tantas tirado en un portal, manchado de vomitos y sin saber qué has hecho.
No exagero: lo hacen los chavales de bachillerato cada año. Y cada año es más exagerado el cachondeo... y los oropeles previos.
LVH -
Lo que sí me tocó la morla fue el traje de marinero por aquello de la costumbre familiar, hay que joderse, lo que me cabreaba el jodío traje. Con lo guapo que habría estado yo de oficial de la Enterprise XD